Desarrollando su interés en la reconstrucción de ciudades, Hillis plantea la cuestión de qué se puede lograr con la ciudad actual tal como está. Imagina la ciudad del futuro definida a través de una infraestructura emergente; una ciudad construida de forma incremental, en piezas, en constante evolución, con dos niveles, siendo el primero un sistema de raíces subterráneo.

Hillis defiende que la tecnología es una herramienta que permite que el conocimiento y la educación se generalicen más y que esté intrincadamente integrada con la naturaleza. El transporte ha permitido difundir el conocimiento, haciéndolo accesible a través de la tecnología y alentando a las personas a ser constructivamente creativas. Explica que la relación entre las personas y la tecnología está imitando lentamente la relación entre las personas y la naturaleza, a medida que integramos nuestra tecnología con el mundo natural de manera cada vez más intrincada.

Admirando las soluciones propuestas por Buckminster Fuller, Hillis se define a sí mismo como optimista, confiando en la capacidad de la humanidad para enfrentar los problemas y en el poder de la creatividad para brindar soluciones para un futuro mejor.